Martín Llaryora, el candidato de Juan Schiaretti, se impuso por tres puntos en Córdoba
Este lunes el Tribunal Electoral informó que el intendente aventaja por 57 mil votos al senador cuando restan computar 100 mil sufragios.El peronismo cordobés está a punto de hacerlo de nuevo. Si se confirma la tendencia que había a la madrugada, retendrá la gobernación de Córdoba y prolongará por 4 años su supremacía en la provincia. Martín Llaryora está cerca de lograr el triunfo frente a Luis Juez y de convertirse en el nuevo gobernador. Una falla en el escrutinio le impidió festejar en las primeras horas del lunes.
A las 9 de este lunes, el vocal del Tribunal Electoral, Leonardo González Zamar, informó que Llaryora aventaja por 57 mil votos a Juez cuando restan computar 100 mil sufragios.
Durante la madrugada hubo demoras en la carga de algunas escuelas por problemas de conexión y eso generó que el conteo de votos tenga que ser en forma manual. El 85% de las mesas se escrutaron a un ritmo parejo pero después el conteo se frenó. Pocos minutos antes de la 1 de la mañana Juez salió a hablar y se quejó. “El partido no está terminado”, aseguró. Sin embargo, dejó entrever que la derrota es inevitable.
En cambio Llaryora se autoproclamó ganador en base a los datos de las mesas testigos de Hacemos unidos por Córdoba. “Tenemos 50.000 votos de diferencia. Todo el mundo tiene las actas y sabe que la tendencia es irreversible. Dentro de pocas horas vamos haber ganado la gobernación de la provincia”, explicó pasadas las 2 de la mañana.
Si se confirma la diferencia que hay con el 95% de la mesas escrutadas, el actual intendente de Córdoba capital será el representante la séptima etapa de gestión del espacio político que fundaron José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. Durante la madrugada la diferencia se estiró hasta el 3% de los votos.
Con diferentes nombres de frentes pero con la misma línea ideológica, el peronismo comenzó a gobernar la provincia en 1999. Desde ese entonces ha retenido el control del Poder Ejecutivo y se ha hecho muy fuerte en las elecciones donde se elige al gobernador. No así en las legislativas, donde siempre le ha costado más lograr un buen resultado.
En los días previos a los comicios y durante toda la jornada del domingo Llaryora y sus principales funcionarios estuvieron tranquilos sobre el resultado que iban a obtener. Estaban confiados en que iban a ganar con una distancia no menor a 4 puntos ante Juez, el candidato que logró que Juntos por el Cambio se unificara detrás de su candidatura. La proyección fue demasiado optimista.
Una hora y media después del cierre de los comicios la Justicia Electoral cargó los primeros datos, con un 4% de las mesas escrutadas, y la tendencia marcó un triunfo de Luis Juez por 7 puntos. Esa información generó un estallido en el búnker de Juntos por el Cambio, donde desde temprano advertían que la elección iba a ser muy pareja.
Rápidos de reflejos, en el hotel Quorum, donde el peronismo se reunió para esperar los resultados, uno de los principales funcionarios del gobierno municipal salió a explicar que se habían cargado los primeros votos de Juárez Celman, La Falda y Carlos Paz, todas ciudades donde el oficialismo esperaba perder. Con el pasar los minutos la tendencia se revirtió y la tensión empezó a bajar.
Cuando iba el 50% de las mesas escrutadas la pelea era voto a voto. En el entorno de Llaryora aceptaron que, a esa altura del escrutinio, el resultado era más ajustado de lo que esperaban y daban cuenta de que Juez había hecho una buena elección en toda la provincia.
En el búnker del peronismo la tensión creciente por los resultadas era matizada al ritmo del cuarteto. Como si la tendencia positiva que tenían en el centro de computos peronista fuera el resultado final. “La elección es pareja, pero estamos muy tranquilos”, aceptó un funcionario cercano a Llaryora.
Juez buscó dar el batacazo con la idea de que era necesario un recambio de fuerzas políticas en la gobernación. Cambio de aire. Trabajó para que Juntos por el Cambio no se fraccione como había pasado en las últimas elecciones y se apoyó en el ala dura del PRO -especialmente en Mauricio Macri y Patricia Bullrich- para hacer fuerte su candidatura con respaldo nacional. Fue su tercer intento de después del 2007 y 2011. Por ahora, la tercera no fue la vencida.
La decisión del actual senador nacional de nacionalizar la elección fue festejada por el peronismo cordobés, que siguió el camino contrario y buscó, desde un primer momento, provincializar al máximo los comicios. Aún así creen que el contexto económico nacional y el hartazgo que se percibe en la gente respecto a la política fue determinante en la baja participación electoral, que no llegó al 70%. “La crisis nacional nos pasa la factura a todos”, se sinceró uno de los armadores del espacio.
En el círculo político de Llaryora están convencidos que la gente les valoró la gestión en la ciudad de Córdoba y que eso les permitió sacar una buena diferencia en la capital. El peronismo cordobés, que hoy se agrupa bajo la alianza “Hacemos unidos por Córdoba”, siempre ha tenido mayor acompañamiento en el interior de la provincia. La capital es un lugar en el que les costaba hacer pie y es un distrito clave porque nuclea el 37% del padrón electoral. Esta vez el panorama cambió.
Llaryora logró un buen resultado en la capital que le permitió sacar un margen de diferencia clave. Fueron casi 8 puntos de distancia. Se hizo fuerte en el lugar donde gobierna. En cambio, le costó más penetrar en el interior profundo de Córdoba, donde tiene limitaciones con el nivel de conocimiento y Juez logró instalarse desde el escenario nacional. Más allá de lo que parece ser una derrota irreversible, el senador cordobés hizo una gran elección en toda la provincia.
En el oficialismo son fanáticos de las encuestas y eso se notó durante toda la jornada electoral. Los principales funcionarios del gobierno municipal monitorearon el desarrollo de la elección a través de cortes de boca de urna. En todos, desde la mañana hasta el cierre, los datos arrojaban una diferencia estimada en diez puntos. Las encuestas fallaron.
Cuando la incertidumbre se apoderó del búnker peronista por la paridad que exponían los resultados, desde el corazón del gobierno de Llaryora dejaron saber que la tendencia que tenían de las mesas testigos era positiva. ¿En qué se basaban? En que para esa altura de la noche - con el 60% de las mesas escrutadas - se habían cargado la mayoría de los votos de las ciudades donde gobierna la oposición y faltaba más de la mitad de las que están en manos del peronismo.
A las 22:20, con casi el 70% de las mesas escrutadas, el viceintendente Daniel Passerini, explicitó a primera buena noticia de la noche: “Estamos logrando un triunfo histórico en la capital”. Pero no fue solo eso. También se animó a decir que esa victoria en la ciudad de Córdoba le estaba dando a Llaryora el empujón determinante para ser el próximo gobernador.
Lo cierto es que la clave de lo que parece un triunfo irreversible estuvo en los dos lugares donde gobernó Llaryora: el departamento de San Justo, donde está San Francisco, su ciudad natal; y en la capital donde actualmente tiene mandato. Entre ambas sacó cerca 40.000 votos de diferencia que inclinaron la balanza a su favor en el final del escrutinio. “La valoración de la gestión fue determinante”, se sinceró uno de los armadores del actual intendente de la capital.
Pasada la medianoche, y con el 85% de las mesas escrutadas, pero con una demora grande en el avance de la carga de datos, el vicegobernador, Manuel Calvo, salió a la carga contra la justicia electoral y le pidió que dé una hora estimada en la que conocería el resultado final. “Nosotros tenemos el 100% de las mesas testigos relevadas y nos da una ventaja del 3% a favor de Martín Llaryora”, sostuvo. La respuesta de la justicia no llegó.
En el principio del lunes la pelea era voto a voto, aunque en el peronismo aseguraban que la elección estaba terminada. En Juntos por el Cambio se plantaron en una postura. “No vamos a reconocer la derrota hasta que no estén escrutadas el 100% de las mesas”. Estaban en pie de guerra pero con la cautela lógica de quien, en el fondo, sabe que será difícil revertir el resultado. Rodrigo de Loredo lo dejó en claro: “No tenemos inconvenientes en reconocer la derrota pero no podemos hacerlo cuando faltan contar votos”.
Más allá del, por ahora, triunfo provincial, el peronismo cordobés perdió la mayoría en la Legislatura y el Tribunal de Cuentas. Fue el efecto colateral de una victoria que, entrada la madrugada, era muy ajustada. Ese es el dato negativo que aceptaron en el oficialismo. Pero, en paralelo, resaltaron que el triunfo fue frente a toda la oposición unificada. Es decir, ni siquiera pudieron ganarle con todos los sectores de Juntos por el Cambio alineados.
La elección tuvo un contexto nacional. Patricia Bullrich se tomó un avión a Córdoba y acompañó a Luis Juez a dar la cara frente al electorado. Se quejó de la demora en el conteo de votos y apuntó contra el gobierno cordobés por la transparencia del escrutinio. La precandidata presidencial tiene en claro que debe cuidar el electorado en la segunda provincia más importante del país en términos electorales. La gran elección de Juez es una buena señal para sus pretensiones presidenciales.
El peronismo cordobés volvió a mostrar su poderío territorial aunque esta vez le costó más que en otras elecciones ejecutivas. En esos votos está puesta la proyección de la candidatura presidencial de Juan Schiaretti. Si bien no es un candidato que competirá por el premio mayor, realizar una elección aceptable en algunas provincias y medianamente buena en Córdoba, le permitirá armar un bloque legislativo importante para el nuevo tiempo que se aproxima con el recambio de gobierno.
Este lunes Llaryora empezará una nueva campaña. Acompañará a Passerini, candidato a intendente de la capital, en el tramo final previo a las elecciones, que serán el 23 de julio. Si se termina de confirmar el triunfo en la provincia, el próximo objetivo que tiene el peronismo es vencer a Rodrigo de Loredo - la gran apuesta del radicalismo - y retener el poder en la ciudad de Córdoba. “Ya ganamos la provincia, ahora tenemos que ganar la ciudad”, fue el grito de guerra en el final de la extensa jornada.