La emotiva despedida de Joan Manuel Serrat en Córdoba
El cantautor español se presentó en el estadio Kempes, con su gira El vicio de cantar. 19, 20, 25, 26 y 29 de noviembre en el Movistar ArenaLa segunda estación de la gira de despedida de Joan Manuel Serrat en la Argentina fue la ciudad de Córdoba, en un estadio repleto de gente y de emociones. Fue de esos recitales donde los abuelos invitan a los nietos, las parejas van a recordar la canción de sus vidas y los amigos a rememorar historias compartidas. El espectáculo, en vez de El vicio de cantar / Serrat 1965-2022, bien podría llamarse “Los adictos al Nano”.
“¡Buenas noches, damas, caballeros e imparciales! Es un gusto estar aquí en el mediterráneo...¿ Esto es el mediterráneo sin paella, pero con cabrito!”, saludó, a las 21:45. “Nano te amamos”, sonó como respuesta. Luego, elogió a Córdoba, por sus coros y su música. ”La tierra que eligió [Manuel de] Falla para vivir y para escribir... Y la Mona Jiménez”, agregó.
El cantautor se refirió al clima de despedida y melancolía que se respiraba en el Estadio Mario Alberto Kempes. Justo antes de la segunda canción del show, expresó: “Este no es el último... Al menos, eso espero. Pero uno nunca sabe. Ustedes saldrían ganando, dirían: ‘Fue en Córdoba. Yo estuve allí y lo vi despatarrarse por el escenario”.
“Apartemos cualquier atisbo de nostalgia. Se acabó el tiempo para mí, pero de ahora en adelante todo es futuro”. Así el catalán volvió a pedir a su gente que no se pierda lo que viene. Es que Serrat quiere que su larga gira de despedida -que terminará en diciembre en Barcelona- sea una celebración. Y lo logra, aunque en el público son muchos los que no pueden evitar las lágrimas. Una manera más de celebrar.
Para abrir, eligió “Dale que dale”, la de los versos escritos por Miguel Hernández. Y a pesar de su iniciativa de dejar de lado la melancolía, los recuerdos comenzaron a sobrevolar: cuando cantó “El Carrusel del Furo”, rememoró a su abuelo y al entonar a capella el arranque de “La mujer que yo quiero” indicó, risueño, que su amor “no necesitaba bañarse en agua bendita” porque “lo hacía en gin tonic”. También hubo tiempo para bromear sobre la reina de Inglaterra y su muerte “tan joven”, aunque Serrat cree: “Hemos salido ganando con el ‘Orejas’ que chupaba compresas”, en referencia a Carlos III. Sin medias tintas, el artista consideró que su reinado terminará “en desmadre”.
Pasaron todos sus clásicos o, al menos, todos los que pueden incluirse en un show de dos horas y media. “Algo personal”, “Lucía”, “No hago otra cosa que pensar en ti”, “Para la Libertad” (con dibujos de Banksy de fondo, provocó una ovación de varios minutos), “Las nanas de la Cebolla” y “Tu nombre me sabe a hierba” estuvieron en el repertorio de anoche.
De jean y saco gris, a los 78 años Serrat despierta un amor vociferado desde todos los ángulos del estadio. Sigue siendo el “ladrón que os desvalija de su amor”, como canta en “Señora”. El “olé, olé, olé… Nanoo, Nanoo” sonó varias veces en Córdoba. Miles quisieron guardar el recuerdo de esta despedida y las cámaras de los teléfonos móviles estuvieron arriba prácticamente todo el tiempo. Las ansias del souvenir del último encuentro.
Serrat dedicó un tramo a hablar de las “fantasías” que se mueven en sus personajes, “aunque todos seríamos más pobres” sin lo que ellos regalan. Así dio pie al “Romance de curro El Palmo”, otro de sus clásicos.
La llegada de Serrat a Córdoba fue a días de que se cumplieran tres años de su última actuación, que fue con su amigo Joaquín Sabina. El “Nano”, en Córdoba, supo dar un recital gratis en 1996 como compensación a los 3000 fanáticos que el 2 de junio de 1995 quedaron afuera de las instalaciones del Pabellón Verde por el negocio de la reventa de entradas. Esa noche suspendió su presentación. Este martes recordó ese día al comienzo del recital y aprovechó para agradecer “tanto amor” y el “cabreo” de aquella noche “cuando un empresario vendió más del doble” de las entradas. “Pero volvimos, ustedes y nosotros -rió- Y demostramos de qué madera estamos hechos”.
A la mitad del show ironizó sobre qué es una canción: “Música que se habla y letra que se canta, capaz de engendrar emociones”. También agradeció a quienes fueron capaces de escribir y contar historias que lo emocionaron, se le metieron en la piel y le hicieron “escapar algún par de lagrimones”.
Recuerdos, reflexiones, imágenes... Serrat admitió que “cuenta” mucho en esta oportunidad, porque, claro “sino, ¿cuándo?”. En ese contexto de evocación, dedicó unos minutos a su barrio barcelonés de Poble Sec, a su papá plomero y a su mamá que “eufemísticamente se dedicaba a las labores, lo que quiere decir que trabajaba como una burra’”.
Cuando el final empezó a presagiarse, la alegría del público se mezcló con la sensación de que estaba llegando ese momento que nadie quería. Pero todavía había más: con “Padre” llegó un alegato por el cuidado del planeta. Después vendrían “Mediterráneo”, “Aquellas pequeñas cosas” y “Cantares”. Y luego, cinco minutos de aplausos y vítores con él visiblemente emocionado.
“Todo lo que empieza termina”, indicó, y reconoció: “Quisiera estar aquí cantando hasta que salga el sol. Aunque no va a suceder, pero queda bonito”.
Como un viejo amigo a punto de partir, también repartió consejos bienintencionados: “Traten de ser felices. Cuiden sus parcelas de felicidad”. Y entonces, sí, llegaron los dos últimos temas: “Aquellos locos bajitos” y “Penélope”, después de la que explicó su propia versión de la leyenda griega.
“Se acabó, el sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta”. Para 14 mil cordobeses, el 8 de noviembre del 2022 quedará en su almanaque personal como el día que participaron de una emotiva fiesta de despedida.